domingo, 27 de septiembre de 2015

Café Batir



Cuando llegue el recuerdo
y ya no te eche de menos,
haz de lado la ironía de la vida
y vuelve a las calles empedradas,
hasta el Café Batir, frente a la ceiba y a catedral.
     Aquella ciudad es patrimonio de la humanidad
y nunca cambia, además es característica,
la habitan extranjeros como éramos los dos.
     Allá dejaré mi número y me podrás encontrar.
Le contaré a Abiel Sternat
-el amigo que trabaja ahí-
que te fuiste
que me fui
que debió ser así.
     Él nos recordará,
pues hoy, como diseño en la pared,
dejé la primera frase dedicada a ti, 
en la re-inauguración de su Café Batir.











© Alejso

jueves, 17 de septiembre de 2015

Ambrosía, septiembre de 2015


Carta XXXI       
«de eso hablo, de las historias que uno vive en las casas»

En unos días me iré de casa, el entorno cambiará, también mis costumbres. Será distinto y de nuevo, me adaptaré. Nunca es muy cerca ni lejos, conoceré otras personas, otras formas de saludar. Lo digo porque donde vivo con un silbido o un levantado de ceja basta. Es indiscutible, tenía a la mano casi todo, el mercado, el supermercado, las barberías, las ventas de licores me abrían aun de madrugada y por doquier encontraba comercio de DVD’s piratas.

Estoy tan acostumbrado a la posición del sol en mi ventana. Sé perfectamente cuando está por amanecer, aun si está totalmente oscuro. El poste de luz se apaga a las cinco y quince, justo antes de la alborada. Quién sabe si está programado, aunque lo dudo, aquí todo es muy a merced del tercer mundo, es decir el mantenimiento de servicios públicos prescribe y prescribe. Quiero decir, ya le sé el modo a los alrededores de mi casa y me gusta, me gusta.

Es mi casa, quiero decir en breve será de alguien más, yo iré a una casa más bonita y más grande. La vi por primera vez hace cuatro meses, tiene tres áreas verdes como antesala. Podré ejercitarme, jugar futbol y basquetbol. Hay centros comerciales y universidades cerca, Empero, sin conocer a profundidad a mis vecinos actuales, ya nos sabíamos el modo y eso se extraña.

Por ejemplo, mi tía decía que aunque ahora viva muy lejos de donde nació (San Marcos, departamento de Guatemala), siente la necesidad de regresar a su casa, donde está su mamá y los recuerdos que dejó su papá. E incluso, echa de menos, la historia de horror que protagonizó siendo adolescente. Cuenta que venían corriendo con Oscar, su novio de aquel entonces, a las dos de la mañana, pero hicieron una pausa cuando la sombra de una pareja les llamó la atención. Oscar no quiso detenerse, pero mi tía le dijo que no podían dejarlos en la oscuridad. Su novio, evidentemente asustado, asintió la cabeza y musitó diciéndole “ellos no eran”. Mi tía, 40 años después, horrorizada, nos narró que no dejó de correr hasta llegar a su casa. Por supuesto, le contó a mi abuelo y le creyó, puesto que a él también lo asustaban cuando cuidaba sus tierras, donde sembraba hoja para tamal y café.

De eso hablo, de las historias que uno vive en las casas. Aquí realizó mi hermano su boda civil, de aquí salió cuando se casó en la iglesia católica. Aquí salió mi hermana cuando se casó por la iglesia evangélica. Aquí sané unos cuantos problemas psicológicos, donde las mujeres no faltaron para agregarle plusvalía aquel profesional de las terapias, aunque finalmente “me curé solo” cuando corría en los alrededores del lago. Sí, aquí recibí tantas noticias malas como buenas. Fue increíble, pero al contrario de mi tía y mi mamá, esta mi casa, solo es una casa, no estoy arraigado a la tierra que a ellas hermosamente las vio nacer. Con mi papá compartimos algo similar, nuestras madres crecieron en otro lugar y cuando cuentan que es vivir allá, también nos emocionamos.

Es obvio, mi historia no se cuenta en bosques extensos, se cuenta en una ciudad de cemento, con ideas cosmopolitas, variadas, sin sentido, intelectuales e ignorantes como pocas. Para unos mejor para otros peor. Lo que es válido decir, esta mi casa ya no lo será, será otra, será distinto. Pero me acostumbraré porque quiero contar del pasado en el futuro. También sobre mi sobrina y su bienvenida al mundo.

Hasta luego, hasta pronto, quisiera decir adiós a todo e iniciar de nuevo, pero no puedo. Algo muy profundo me ata a los recuerdos que ya no olvido y me delatan.

Alejso