De paseo, uno
especial
En los 70’,
Carlos siendo un niño caminó cada metro cuadrado de “La sexta avenida” en la
zona 1 de la capital de Guatemala. Tiempo después, aún recuerda —a lo lejos—, los rostros de quienes iban de paseo,
entusiasmados a los cafés, los restaurantes, los cines y siempre le parecieron
personas afables y pacientes.
Él
perteneció a una generación, donde sus compañeros de cuadra y de la escuela se
divertían libremente en las calles, jugando a la pelota, a “las escondidas” y se ubicaban por la forma de las
casas, el nombre de las calles y de los callejones. Algunas veces, debían ausentarse
de la larga “Sexta Avenida”, por enfrentamientos, en ese momento desconocidos.
“La fiesta”, por así decirlo, se les apaciguaba pero en cuestión de días, el recreo seguía desde la 18 calle hasta
al parque “San Sebastián”, entre 2da. Y 3ra. Calle.
Las casas y su arquitectura
Entre juegos
de calle, Carlos y sus amigos, contaban historias y anécdotas, graciosas y de
terror —“La sexta
avenida”, aun en la actualidad, se presta para ello. Casi todas las fachadas de las casas,
en aquel entonces de adobe de canto,
cielo falso de machimbre, techo de teja,
tenían ventanas estilo guillotina y balcones forjados por artesanos, los mismos
atesoraban pequeños jardines, los cuales
solían dar personalidad, indudablemente.
Las puertas
de roble o cedro eran fuertes, drásticas, dramáticas. “Algunos de mis amigos y
yo mismo, nos acercábamos, para sentir el aroma, la textura y el poderío. Era
tal el estilo, también en las chapas, en forma de esfera que solo una llave
enorme las podía abrir. El sello de las puertas lo daba “la manita” de bronce,
colgando, misma que el visitante utilizaba para anunciarse”.
Carlos
desconocía sí el origen de aquellos diseños arquitectónicos era inspirado en
cuentos de Hadas o ideas extranjeras. No se detuvo a analizar aquello, era un
niño, tampoco sus amigos de escuela, pero había estilo, lo sabían. El grado de
distinción era sutil, sobre todo en el contexto suntuoso.
Al ingresar
a esas casas, algunas de ellas, tenían un tercer patio, utilizado para las
tertulias y para guardar secretos de cualquier índole o ideología. Los
dueños(as) de esas residencias, también las alquilaban a huéspedes; muchos de
ellos estudiantes. Algunos en la actualidad, personajes importantes de la
historia de este país, por eso algunas calles o callejones llevan sus nombres o
están escritos en plaquetas en las aceras.
“La sexta avenida” sigue intacta
Carlos,
ahora siendo un adulto, piensa en la actualidad que, “La sexta avenida”, es la
misma, pero con una versión distinta. El movimiento de las personas sigue
siendo afable, aunque impacientes por efecto social. Algunos ya no se detienen,
hay más vehículos, pero inevitablemente, mucho de lo que antes existió,
continúa.
Carlos, comprendió
entonces, después de sus caminatas en “La sexta avenida”, y lo dijo, ya no
existe aquel restaurante “Cantón” que regalaba peces y Chao Mein a los
estudiantes de primaria aplicados; pero si están los coleccionistas de
estampillas o de monedas en “El portal del comercio”, Están las instalaciones
del cine Lux, pero ahora como un teatro. Aun de Sur a Norte, enfilando la
novena calle esquina, basta con girar la vista al lado derecho y ver un reloj
antiguo “parado”, emulando una fecha especial o quizá una hora.
El Cine
“Tikal” ahora es un almacén de zapatos, enfrente continúa la fachada del
palacio de la Policía Nacional. Las iglesias siguen intactas, el Palacio
Nacional, los parques, las aves siguen llegando. El cine “Palace” ya no existe,
ahora es una famosa tienda que vende aparatos eléctricos. Y muchas cosas más ya
no están, pero arriba en el segundo nivel o adentro de las casas, hoteles y
almacenes, “La sexta avenida” sigue intacta en algunas de sus fachadas. “Solo
había que observar”.
© Alejso
LuisChacón
1 comentario:
menudo recorrido, ha sido como camniar contigo...
te deseo un feliz fin de semana
besitos
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