Carta XXX
« Es hermoso recordar que algunas etapas de la vida sigan intactas »
« Es hermoso recordar que algunas etapas de la vida sigan intactas »
Me ausenté cinco meses de estas cartas
y extrañaba reunirme en ellas, con cierto orden y coherencia. Esos espacios me
han llegado a sorprender, porque sin intención han sido imágenes claras de lo
que alguna vez deliberé. Cuando las leo o recuerdo –las
cartas–, regreso al sitio donde me observé rodeado de
memorias, positivas y negativas.
Reitero, el tiempo pareció esfumarse
estos dos meses, pero conozco esa apariencia disimulada de las horas, los días
y los minutos, porque me dejaron múltiples vivencias en lapsus pasivos de mi consciencia.
Y conforme indago, concluyo que habrá más y según mi estado de ánimo, querré
saber más o tal vez nada.
Últimamente, a propósito de vivencias,
he pensado en mi hermana, porque hace
cuatro meses oficializó que se casaba Cuando nos informó, vino a mí, nuestra
infancia, por ejemplo, cuando todos se iban de vacaciones en “semana santa” y
nos quedábamos solos en casa. Aquello era triste, pero a la vez alegre, porque
me he dado cuenta en esos “lapsus pasivos de consciencia” que así formamos la
lealtad y aprendimos a comunicarnos con códigos
propios.
Cuando pienso en mi hermana, olvido
tantas cosas, como los juegos con los amigos de casas vecinas. O cuando mi papá
nos visitaba los fines de semana para llevarnos al cine o algún restaurant y
poco recuerdo si mi mamá se quedaba triste o enojada por quedarse sola. Supongo
la etapa de la niñez es egoísta sin sentirlo.
Nuestra infancia, como todas, está
llena de muchas cosas. Siempre fui unido a mi familia, pero unos cuantos años
no lo fui, creo que fue cuando entré a la Universidad. Fueron cinco años, donde
no compartí con mi hermana. Ella siempre fue la mejor estudiante, la mejor
hija, la única mujer entre tres varones que somos. Ella destacó en todo, fue el
ejemplo.
Hace cinco años, creo, entre otras
cosas, mi hermana aprendió a conducir auto, nadie pensaba que fuera aprender,
pero insistía. Solía irme con ella para acompañarla a su trabajo y luego yo me
iba a mi trabajo, aunque me quedará más lejos. Un día, no recuerdo el día exacto,
salimos tarde para variar y tuve que dejarla a medio camino e irme, porque
estaba sentenciado en el trabajo por llegar tarde reiteradamente. Lo gracioso
de esa ocasión, fue que ella se fue en auto y yo en bus y yo quedé preocupado
por ella, en lugar de ser al revés. De esa experiencia y de verse sin opción,
mi hermana por fin tomó valor al conducir.
Aquí
una vivencia con mi hna., hace meses.
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Hay tantas vivencias que al menos
estas dejo por escrito, solo hay una más. Mi hna., tiene una semana de casada y
ayer nadie la esperaba en mi casa y llegó de sorpresa y mi mamá se emocionó
tanto, que mi hermana y yo nos vimos y comprendimos, por milésima vez la bondad
de mi mamá.
Sé que no regresará el día que mi papá
me enseñó a decir gracias, no regresará el día que mi mamá en mi cumpleaños cocinó
unos riquísimos ravioles, no regresarán los días cuando mi hermano vivía en la
casa, no regresará el día donde mi hermana regresaba cada día a casa y contaba
todo lo que le pasaba. No regresaran los días, ni el día en que conocí a
Krauske, ni el beso que le robé. No, no regresará ni un día, pero doy todos los
días de mi vida, porque a alguien se le
ocurra, cada semana, un pretexto para reunirnos en un almuerzo familiar.
Me pareció hermoso recordar y saber que
a pesar del tiempo y de que ya no compartimos una misma casa, seguimos intactos
y unidos.
Atte.
Alejso
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