Que tu boca calle cuando me encuentres,
que sea historia asaltando el rocío tibio,
debiendo amar sin testigos y sin nadie.
Déjame el olvido todas las noches
y el anden lleno risas para volverme a enamorar.
Ven, recíbeme, a ti llegaran mis manos
como humedad; y a quien aun no miras
en la claridad de vigilia perpetua
regresaran todos mis besos y mi voz inquieta.
Siénteme de glorias, de pausas,
y de dedos llenos de pecado,
siénteme de locura sin haberme tocado.
Déjame la luz de tus palabras,
el icono de un soplo
y tu espalda sin que me vuelva a doler.
Déjame en el tiempo la virtud del habla,
la frescura de conocer a una extraña.
Déjame un cielo nublado,
Los ruidos de cantores en la alborada
Deja que llueva sin sentirme triste.
He cambiado los relojes
y el pasado que siempre quise.
¡Deja que llueva para que te enteres!
Khalil Gribran:
En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante,
y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.