¿Los objetos son de los, y humanos?
¿Puede un lapicero que es de los, y humano sentirse confundido? ¿Es esta una realidad imperfecta o perfecta del mundo?
- ¿Como se alcanza esa seguridad entre mi utilidad y sus dedos?
- ¿Es conmigo? Respondió la agenda que en ese momento estaba sobre el escritorio.
- El que me sirvas para escribir no significa que hable con vos, estoy confundido y hablo en voz alta, pero no es como vos.
Inmediatamente la agenda me pidió disculpas por entrometerse y continúe escribiendo y la ignoré. Siendo sincero conmigo, yo me siento útil a veces, pero no siempre es así.
Con luz tenue de la tarde la agenda se abrió y entre hojas murmuró que lo curioso de mi es exigirle que me escuche sin admitirlo, y lo supe, porque decidió responderme sin que le hubiese hecho una pregunta. ¡Deja que opine! Me dijo y silencie como permitiéndole que lo hiciera y me relató que ha llegado hasta aquí por los mismos dedos que me tocan y que a ambos nos dicen que hacer. Es más ella cree que no tiene sentido saber si soy útil, a su vez me preguntó ¿porque mi seguridad consiste en saber si puedo ser útil y no de transmitir sentimientos?
En ese momento me confundí aun más. Mi problema es pensar si soy útil y sinceramente no sé si lo soy. Noté que no pudo dejar de verme y yo no pude dejar de sentirme triste y ensimismado.
- ¡No pienses en lo que te preocupa!
- Ya lo estoy pensando, en ello consiste mi seguridad, no hablo solo de mi utilidad, sino de mí trato y de mis reacciones y de mi vida y de lo que escribo.
- Te entiendo, pero hablemos mañana están por apagar las luces y ya no te puedo ser útil, pero lo pensaré y te respondo, quizá lleguemos a algo bueno ¡Lo juro!
Después de aquello, quedé incomprendido, pero desahogado con el ego interno en mejor condición por haber compartido mi pena sin pensarlo. Es un avance y el inicio impensable de una eterna conversación entre objetos que jamás sabemos de nuestra utilidad y sutileza.
He considerado que cada objeto o palabra imperfecta que se jacta de serlo finge responder cosas impensables y obvias, pero ojo, nadie lo sabe y nadie lo acepta, al menos no en el interior. Por ello somos imperfectos ¡sé que jamás seré perfecto! Siempre estoy justificando todo. Hoy por ejemplo y no sé porque, pero tengo ganas de escribir que me amo y que deseo ser feliz ¡no quiero trabajar!
Experimento A (sonrío)