viernes, 30 de agosto de 2013

La Sexta Avenida en Guatemala


De paseo, uno especial

En los 70’, Carlos siendo un niño caminó cada metro cuadrado de “La sexta avenida” en la zona 1 de la capital de Guatemala. Tiempo después, aún recuerda a lo lejos, los rostros de quienes iban de paseo, entusiasmados a los cafés, los restaurantes, los cines y siempre le parecieron personas afables y pacientes.

Él perteneció a una generación, donde sus compañeros de cuadra y de la escuela se divertían libremente en las calles, jugando a la pelota, a “las  escondidas” y se ubicaban por la forma de las casas, el nombre de las calles y de los callejones. Algunas veces, debían ausentarse de la larga “Sexta Avenida”, por enfrentamientos, en ese momento desconocidos. “La fiesta”, por así decirlo, se les apaciguaba pero en cuestión de días, el recreo seguía desde la 18 calle hasta al parque “San Sebastián”, entre 2da. Y 3ra. Calle.

Las casas y su arquitectura

Entre juegos de calle, Carlos y sus amigos, contaban historias y anécdotas, graciosas y de terror —“La sexta avenida”, aun en la actualidad, se presta para ello. Casi todas las fachadas de las casas, en aquel entonces de adobe de canto, cielo falso de machimbre,  techo de teja, tenían ventanas estilo guillotina y balcones forjados por artesanos, los mismos atesoraban  pequeños jardines, los cuales solían dar personalidad, indudablemente.

Las puertas de roble o cedro eran fuertes, drásticas, dramáticas. “Algunos de mis amigos y yo mismo, nos acercábamos, para sentir el aroma, la textura y el poderío. Era tal el estilo, también en las chapas, en forma de esfera que solo una llave enorme las podía abrir. El sello de las puertas lo daba “la manita” de bronce, colgando, misma que el visitante utilizaba para anunciarse”.

Carlos desconocía sí el origen de aquellos diseños arquitectónicos era inspirado en cuentos de Hadas o ideas extranjeras. No se detuvo a analizar aquello, era un niño, tampoco sus amigos de escuela, pero había estilo, lo sabían. El grado de distinción era sutil, sobre todo en el contexto suntuoso.

Al ingresar a esas casas, algunas de ellas, tenían un tercer patio, utilizado para las tertulias y para guardar secretos de cualquier índole o ideología. Los dueños(as) de esas residencias, también las alquilaban a huéspedes; muchos de ellos estudiantes. Algunos en la actualidad, personajes importantes de la historia de este país, por eso algunas calles o callejones llevan sus nombres o están escritos en plaquetas en las aceras.

“La sexta avenida” sigue intacta

Carlos, ahora siendo un adulto, piensa en la actualidad que, “La sexta avenida”, es la misma, pero con una versión distinta. El movimiento de las personas sigue siendo afable, aunque impacientes por efecto social. Algunos ya no se detienen, hay más vehículos, pero inevitablemente, mucho de lo que antes existió, continúa.

Carlos, comprendió entonces, después de sus caminatas en “La sexta avenida”, y lo dijo, ya no existe aquel restaurante “Cantón” que regalaba peces y Chao Mein a los estudiantes de primaria aplicados; pero si están los coleccionistas de estampillas o de monedas en “El portal del comercio”, Están las instalaciones del cine Lux, pero ahora como un teatro. Aun de Sur a Norte, enfilando la novena calle esquina, basta con girar la vista al lado derecho y ver un reloj antiguo “parado”, emulando una fecha especial o quizá una hora.

El Cine “Tikal” ahora es un almacén de zapatos, enfrente continúa la fachada del palacio de la Policía Nacional. Las iglesias siguen intactas, el Palacio Nacional, los parques, las aves siguen llegando. El cine “Palace” ya no existe, ahora es una famosa tienda que vende aparatos eléctricos. Y muchas cosas más ya no están, pero arriba en el segundo nivel o adentro de las casas, hoteles y almacenes, “La sexta avenida” sigue intacta en algunas de sus fachadas. “Solo había que observar”.


© Alejso LuisChacón
Crónica publicada en Revista Habitar. Gt. Agosto de 2013 

viernes, 23 de agosto de 2013

Solo una historia de amor




Formaron el amor en el medio de la tarde, se descubrieron discretamente. Se preguntaron y algunas palabras respondieron todo. Pasó un espacio de tiempo y el cielo inesperadamente se estrelló. Desde luego, en ese punto, nada los interrumpió. Avanzada la noche debieron irse, aunque ambos hubiesen preferido no laborar mañana y ser solo una historia de amor.





© Alejso