En los sitios de armonías tibias
el límite entraña y muerde mi boca
en fotografías donde no te veo.
Lugar donde vuelas a contraluz
en indómitas callados de arrabales
con el colorido del alba
y el largo de tus cabellos
finito sutil que se esparce eterno.
En cada imagen de mis trazos
cada composición incolora
es un silogismo de presentimientos.
Esquinas politizadas de las gentes
senderos angostos de mis dedos
leyendas refrescada por el viento
solemnidad que no lo entiende.
En mis ojos te vuelves una mariposa
en memorias que deducen el silencio
en últimas inconclusas y sin promesas
como pétalos de olores sin ayer
con la vista forjada de un pasado diminuto.
Mientras brotas de conjeturas
renazco de un roce de tus senos
de la huella errante de cielos calmos
reposados en una noche extensa
donde orbito ignoto en un ébano
que espera tu esencia.
Stefan Sweig:
El amor es como el vino, y como el vino también,
a unos reconforta y a otros destroza.