Estoy café con leche

—Cotidiano de un tipo llamado Ignacio—

                            VI

Estoy café con leche, o sea pleno. Quiero decir, en mi punto. Qué decir, aunque reconozco de qué pie cojeo, no suelo preocuparme tanto, porque siempre pasa algo que me entretiene. No sé, pero de todos los que conozco, el que menos se angustia por lo que viene soy yo. Y eso no me hace mejor que ellos, no es eso, me ocupa el presente. Decía estoy café con leche, muy bueno, pero de repente me enfrío y aquí no funciona ni el microondas.

Anoche me pregunté ¿A dónde vas Ignacio? ¿Qué más da ir a hacer ejercicios, verte al espejo y estar cada día más en forma? ¿A dónde con cada pregunta, si solo vos te escuchas? ¿Cuándo tendrás a la mujer de tu vida todas las noches? Así fue, eso me sucede dos o tres veces al día, no de manera continuada, pero si frecuentemente y no me gusta tanto.

Abiel Sternat está seguro de sí mismo. Desde que se divorció, no persigue nada serio con las mujeres, eso me confiesa, pero yo sé que entre sus aventuras, las mujeres se le escapan entre los dedos como si fueran agua. Eso lo frustra, lo he visto alguna vez en sus ojos, cuando me cuenta su versión. No soy psíquico, psicólogo, ni nada por el estilo, pero intuyo.

Por esas mismas intuiciones es que me preocupo un poco. Aunque para la mayoría yo sea "café con leche" y también, en muchas ocasiones así me sienta, dar la impresión no es mi deseo. Mi fortuna sería no un auto último modelo, una casa frente al lago, una casa en el medio del bosque, tener una bar repleto de licores, tan solo para catarlos y luego disfrutar con los amigos. No, eso no es mi prioridad, pero tampoco me disgustaría, porque sonrío a cada pienso así.

Es cierto, a veces divago en lo material y por eso Herber me cree superficial, pero lo he dicho repetidas veces, no pretendo enojosamente ser hijo del pueblo, no me interesa. Quiero, lo repito, estar con una mujer que me quiera y que yo admire, eso quiero. Lo demás poco importa, sinceramente. Cuando me separé de mi ex novia, fumé y bebí hasta sin ganas, no porque me gustara, solo quería obviar cosas. Días después, fui a la  Universidad, no sabía qué hacer y me quedé en una de las mesas al aire libre y justo era otoño. Al momento llegó la señora de limpieza, a barrer el lugar, luego el esposo llegó a ayudarle y le dijo "ya casi terminamos y nos vamos a casa". Desde entonces sé que quiero al final de cada día.

Quizá mientras "estoy café con leche" encuentre a la mujer que quiero. Quizá, eso espero, porque estoy por perder mi punto.

          by Alejso